Chile, dada su ubicación y distribución geográfica y su conformación geofísica, es un país expuesto a múltiples amenazas, ya sean de origen natural, antrópico o socio – natural. Sumado a sus diversas realidades locales, con sus capacidades y vulnerabilidades, configura un alto riesgo de ocurrencia de desastres o emergencias complejas. Las experiencias del 27 de febrero de 2010, el terremoto de Iquique1 y los incendios forestales de Valparaíso en abril de 20142, han permitido ver las fortalezas, pero también las debilidades de nuestro Sistema de Protección Civil y de nuestra acción como Iglesia, nos insta a reflexionar sobre cómo el país debe prevenir, mitigar, prepararse, responder y recuperarse del impacto de desastres, entendiéndolo como parte necesaria de la agenda de desarrollo sostenible del país.
Nuestro compromiso en este tema surge de la misión propia de la Iglesia, para la que nada de lo propiamente humano le resulta ajeno. Más allá de los fenómenos físicos que los desencadenan, los desastres son producto de una manera de habitar nuestro planeta y de relacionarnos como personas y pueblos, afectando principalmente a las comunidades más vulnerables, excluidas y abandonadas.
Es así que la Pastoral Social Caritas Chile pretende aprovechar los aprendizajes adquiridos a través de la experiencia acumulada en algunas de las emergencias que han afectado al país en los últimos años: La principal ha sido el trabajo desarrollado durante el periodo 2010 – 2012 a través de la ejecución del Plan de Emergencia y Rehabilitación por el terremoto y maremoto que afectó a la zona centro-sur del país, el 27 de febrero del 2010, la cual se ha fundamentado en la articulación de la red interdiocesana de la Pastoral Social Caritas, la coordinación con las entidades gubernamentales, organismos responsables en la emergencia y la canalización de la significativa ayuda solidaria de personas, empresas e instituciones nacionales e internacionales, especialmente de la Confederación Caritas Internationalis.
De esta manera, la catástrofe del año 2010 ha sido una oportunidad para evaluar y desarrollar las capacidades para el abordaje de emergencias y procesos de recuperación. Así, en miras de dar sustentabilidad y proyección al intenso trabajo desplegado, se ha considerado estratégico la generación del Programa Nacional de Medio Ambiente, Gestión del Riesgo y Emergencias (MAGRE), el cual busca fortalecer las condiciones institucionales para realizar un acompañamiento integral a la vinculación de personas y comunidades con su entorno en el marco de un proceso de desarrollo donde se evidencian vulnerabilidades sociales y naturales y se generan las capacidades para afrontar de mejor manera los eventos adversos.
Pedro Ossandón B.
Presidente
Lorenzo Figueroa L.
Director Ejecutivo