Emotiva y significativa misa a un año de la tragedia en cárcel de San Miguel

Emotiva y significativa misa a un año de la tragedia en cárcel de San Miguel

Un templo catedral repleto de fieles acogió este miércoles 7 de diciembre el dolor, la oración y la esperanza de las familias de los 81 internos de la cárcel de San Miguel fallecidos en el trágico incendio del 8 de diciembre de 2010.

 
Jueves 08 de Diciembre de 2011
En la víspera de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, monseñor Ricardo Ezzati presidió la eucaristía, que fue concelebrada por el capellán nacional de Gendarmería, padre Jaime Nawrath, y otros sacerdotes. En la liturgia participaron también el ministro de Justicia, Teodoro Ribera; el director nacional de Gendarmería, Luis Masferrer; los deudos y amigos de los fallecidos y catequistas de la pastoral penitenciaria.

Los signos del dolor y la esperanza

Una serie de signos llevados al altar patentaron el drama humano de la tragedia y la esperanza adquirida durante el acompañamiento espiritual de la Iglesia en todo este año. Cada familia afectada presentó un pequeño árbol que luego llevó a su casa para que crezca junto a ese hogar “ante la ausencia siempre presente” de su ser querido fallecido, explicó Nancy Velásquez, virgen consagrada que ha sido parte de este acompañamiento. También portaron rosas, que serán plantadas en el interior y exterior del penal incendiado. Junto al altar, además, depositaron 81 cruces con los nombres de las víctimas, mientras los presentes sostenían velas encendidas en sus manos, como signo de esperanza y vida. Otro signo fue un corazón rojo, para representar el proceso de sanación interior que han vivido las familias de los 81 internos y el cambio de vida que estaban experimentando en este proceso. Carteles de la agrupación “81 Razones”, con la leyenda “Privados de libertad, pero no de dignidad” se dejaban ver en diversos sectores de la catedral.

Durante su homilía, monseñor Ezzati señaló que “estamos reunidos con dolor, ciertamente, pero con mucha esperanza, para presentarle al Señor nuestra súplica por los hermanos que hace un año han pedido la vida en la cárcel de San Miguel”.

Dios es fuente de dignidad y fraternidad

Refiriéndose a los textos bíblicos de esta Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el arzobispo de Santiago dijo que “pensar nuestra vida, nuestro desarrollo humano, nuestra convivencia ciudadana al margen de Dios no va a traer ningún beneficio social ni de comunión para nuestra vida, porque sin Dios no nos podemos reconocer hermanos”. Agregó que la primera gran lección de esta fiesta cristiana y de la tragedia de hace un año “es que sólo podemos construir de verdad una sociedad fraterna, de respeto, en la que las personas sean reconocidas como tales, más allá de sus propias debilidades si fundamos nuestra existencia en los valores que vienen de reconocer que Dios es Padre de todos y fuente de la dignidad de todos. Si en nuestra sociedad eso se hubiera reconocido, nuestras cárceles no serían un lugar donde la dignidad humana queda pisoteada e imposibilitada de renovarse, sino serían un lugar donde el cambio de vida se hace posible”.

Luego, el pastor destacó el valor de la familia y deseó que esta celebración estimule a las familias de las víctimas “a no renunciar a la tarea educativa que tienen en su propio hogar, para que todas las personas que lo componen puedan crecer animadas por el respeto y el afecto mutuo, hasta alcanzar aquella perfección de vida humana que nos hace de ser más hombres y más mujeres, mejores ciudadanos y miembros de una comunidad”. Monseñor Ezzati afirmó que “donde la familia no está presente, lastimosamente pueden crecer el vicio y un clima de no respeto a los demás, lo que trae gravísimas consecuencias para la vida personal y social”.

Las cárceles necesitan una renovación total

Afirmó el pastor que “Chile necesita caminar decididamente hacia una cultura donde el que ha fallado pueda encontrar espacios para renovarse y nuevos caminos de vida y esperanza”. “Añadió que nuestras cárceles necesitan ser renovadas en todos los aspectos, especialmente en lo que significa la dignidad que lugares como estos tienen que ofrecerle a la persona humana. Quisiera invocar, en nombre del Señor, a todas las autoridades que nos acompañan y a todas las autoridades el país que se redoblen los esfuerzos para que los hermanos reclusos encuentren en las cárceles de Chile no sólo un lugar de castigo, sino un lugar de redención, donde puedan pensar que es posible un futuro diverso”, responsabilidad, dijo, que es de toda la sociedad.

María Aravena, familiar de uno de los reos muertos en el incendio, dijo que participaba en la liturgia “con mucha pena, porque se me vienen todos los recuerdos de hace un año, y le pido paz al Señor para seguir adelante”.

Fuente: DOP Santiago - www.iglesiadesantiago.cl
Santiago, 08-12-2011