“Los 81 de San Miguel”

“Los 81 de San Miguel”

La semana pasada, la comisión investigadora de la Cámara de Diputados estimó que el Estado es el responsable de la tragedia ocurrida en la cárcel de San Miguel. Compartimos con ustedes la vivencia de una voluntaria de la Pastoral Penitenciaria a propósito de las lecciones de estos dolorosos hechos.

 
Lunes 11 de Julio de 2011
Siete meses han pasado desde la muerte de los 81 reos en la cárcel de San Miguel y la comisión de la Cámara Baja que investigó el incendio ocurrido el 8 de diciembre de 2010, aprobó un único informe. En el documento se recuerda que es el Estado, a través de Gendarmería el responsable de las políticas penitenciarias del país. Con este antecedente, las familias de las víctimas podrían abrir causas en los tribunales apelando, precisamente, a la responsabilidad del Estado chileno en esta horrible tragedia.

El informe de los parlamentarios da cuenta que en las cárceles chilenas existe una tasa de hacinamiento cercana al 60 por ciento, destacándose el caso de la Cárcel de San Miguel, con una cifra del 90 por ciento. La comisión investigadora propone mejoras para el sistema penitenciario del país, incluyendo la entrega de más recursos para la infraestructura y la rehabilitación, así como la revisión del funcionamiento de Gendarmería.

Nancy Velásquez trabaja hace muchos años como voluntaria de la Pastoral Penitenciaria y ha podido apreciar de cerca el gran dolor generado desde la fatídica noche.

Compartimos en este espacio parte de su reflexión:

“Han pasado ya varios meses desde la tragedia en la cárcel de San Miguel donde 81 hermanos perdieron la vida; y si bien con el correr de los días surgió un maravilloso voluntariado que anónimamente acompaña el duelo, orienta y anima a los familiares, no es suficiente para tanta labor. ¡Gracias a Dios están! Pero me cuestiona que los Católicos sean miles y los Voluntarios no alcancen a 20.

Somos testigos de las historias de cada familia. Escuchamos en silencio los ¿Por qué? ¿Qué hicimos mal? ¿Le di todo lo que podía? ¡No debió morir así!. ¡Mi hijo era bueno sabe…era delincuente es cierto, pero bueno! ¡Mi hijo, era mi hijo yo lo amaba! A mi hermanito. Lo mataron. No le abrieron las puertas para que se salve! ¡No habrá justicia! ¡Somos familia de delincuente! Nos han gritado que están bien muertos. ¡Yo creo que mi hermano está en el cielo! El creía en Dios. Cristo no lo puede haber dejado solo en el último momento, ¿verdad?

Ha habido varios intentos de suicidio en las familias. Hay madres, abuelas y hermanas que no dejan de llorar. Padres que viven como zombies. Y hermanos jóvenes que empezaron a drogarse, y a beber incluso aquellos que antes no lo hacían. Y han perdido sus trabajos. Y no se resignan,¿cómo estar seguros que el pedazo de carbón que nos entregaron era mi hermano?, preguntan.

La sociedad los entiende. Lo experimento a diario cuando comparto esta historia. Sí, hay cercanía con ese dolor, pero en silencio. Es decir se hace causa común, pero como en pecado, como en delito. ¿Quién entiende esto? Sólo Dios.

Las familias necesitan apoyo de verdad. Sicólogos con fono abierto disponible aún de madrugada. Acompañantes Espirituales, amigos de buena oreja. Asistentes Sociales que les ayuden a reorganizarse. Hay gente muy pobre. Y también hay mucha gente “decente” como se autodefinen.

Junto a otros voluntarios nos preguntamos que más hacer. No podemos abarcar mucho. Lo nuestro es absolutamente voluntario. Sin fondos. Clamamos porque de una buena vez se hagan bien las cosas. Necesitamos inyectar fondos a la Pastoral Penitenciaria para que de lo mejor con profesionales adecuados para ayudar a sanar tanta pena. Urge llegar a las familias primerizas en el delito de uno de sus miembros. Ese primer encarcelamiento provoca un quiebre en la familia. Un quiebre espiritual y sicológico. Transforma para siempre la vida del núcleo familiar. Lleguemos allí. Orientemos, alentemos.

Las familias de los “81” son generosas. Nos piden que les ayudemos a gritar fuerte un NUNCA MÁS. Están dispuestos a ir donde sea a contar su experiencia con tal de prevenir. Piden que todos desde la más alta autoridad de la Iglesia y del Gobierno de Chile les ayudemos a prevenir, necesitan que haya justicia, la necesitan para liberar sus corazones y el descanso de las victimas. Los ven en sus sueños pidiendo eso: JUSTICIA.


Nancy Velásquez
Virgen Consagrada
Pastoral Penitenciaria

Fuente: Comunicaciones Pastoral Social Caritas
Santiago, 11-07-2011